No faltó el fantasma del abandono, el cansancio acumulado de mi estrés
diario de “maestro”, hizo mella, y bien que hizo…una caída a pocos días de la
prueba, también puso su granito de arena a los pocos días de preparación que
este año llevaba, y no olvidemos las molestias que desde hacia tiempo tenia y
tengo en mi talón…pero todo eso, no pudo con “El teatro de los
sueños”…indescriptible la salida, la voz de Chito entonando el himno del
Genal..”corredores…corredoras…”, difícil es poder contener las lágrimas, que
brotan, cuando al salir entre empujones, pisotones y cámaras que se cruzan en tu
cara, ves al otro lado de la valla a mi fiel escudero Davilillo y a la
incombustible Cristina…emociones solo entendibles por quienes nos vemos
embrujado por este TEATRO.
La carrera transcurrió muy bien hasta justo la mitad. Los
escollos anteriores, se fueron superando con buen ánimo y sensaciones muy
positivas. Sobre todo sabiendo que en algunos de ellos me esperaban mis
incondicionales seguidores. Mis piernas respondían a buen ritmo, pero mi mente
dijo…hasta aquí amigo. Aun habiendo transcurrido ya días, me sigo preguntando
porqué…quizá ese cansancio diario en el que estoy sumergido, la soledad (algo
que hasta ahora nunca me afectó), y sobre todo el sueño…no había café más negro
que ni geles con cafeína que tomar... se hizo un compañero de viaje el cual no
quería invitar y apareció.
El punto de inflexión estuvo en Alpandeire, Dios es
grande, e hizo que Cristina y Davilillo me fueran a esperar, cuando no estaba
programado hacerlo…solo ver sus caras y las lágrimas de mi hijo preocupado por retrasarme más de la
cuenta, fueron mi “gasolina”…el llegar hasta el pueblo donde nació Fray
Leopoldo, fue un laberinto de subir y bajar, promovido por los cambios de
recorrido, que mermaron mi capacidad mental. Un cambio de ropa y un par de
caldos, junto con la ayuda de mi familia, suficiente para ponerme en pie y
decir…Genalguacil espera…que vamos. Y digo vamos, porque como si de un Angel de
la guarda se tratara, apareció mi amigo Joaquin de Agatocín. Ambos nos
conocimos en este teatro de los sueño en su segunda edición y desde entonces
somos amigos…junto con Antonio, otro compi de Algatocín, fuimos campeando el
temporal de sueño, molestias, un frío intensísimo, y unos cambios de recorrido
en algunos sitios que nos iban dando palos a nuestra ya maltrecha moral. La luz
del día apareció ante nosotros en Gaucín, así como el frío…otro amigo
inseparable que durante la noche tampoco quiso abandonar nuestra compañía. El
Capitán llegaba…pero nosotros le plantamos cara sin problemas. Pero nos
relajamos en la bajada, algo que al final nos pasó factura.
Pero lo mejor estaba por llegar…el gran Pepe Mota no quiso
perderse la entrada en meta de estos tres mosqueteros del Genal…obra de teatro
con un final mas que feliz con protagonista y espectadores de excepción.
Sin duda “El teatro de los sueños”…a Cristina dije que era
la última…los días hacen que rememore cada paso, cada gota de sudor,
sufrimiento y dolor… pero también la satisfacción y alegría de superar una meta
y un reto con escasa preparación. Quizá habría añadir algo a la frase de Sir
Bobby Charlton "Todos los traileros
sueñan con VOLVER a triunfar en este teatro. Yo ALGÚN DIA VOLVERÉ A CUMPLIR mis
sueños aquí”. Pero eso si…junto a Cristina y Davilillo.
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