Después de un verano perezoso dedicado más que nada a remediar lesiones y otros malestares que no nos dejaron realizar el propósito de aférrimo entrenamiento que teniamos preparado y que nos derivaron resignados a un verano de tapitas y barbacoas varias, nos proposimos, a pesar de todo, intentar el duatlon que estaba rondando nuestras cabezas desde principios del verano. Allí estábamos, estrenando camisetas de la peña, las cuales no sabiamos si habían encogido por el sello de impresión o por las dichosas comilonas.
Nos pegamos el madrugón para poder desayunar con el tiempo suficiente, poder preparar las bicicletas y dirigirnos a por el dorsal. Ya se notaba el ambientillo, la cosa anunciaba que iba a haber bastante participación...y muchos máquinas, pero nosotros a lo nuestro.
Recogida de dorsales con ilusión, empazamos a ver caras conocidas, que aunque era nuestro segundo duatlón, al final siempre somos los mismos. Colocamos las bicis en boxes, cascos, gafas de sol, calzado en las cestas, etc. todo bastante bien organizado. Los nervios empezaban a florecer, idas y venidas al WC (había que aligerar peso,... y eso que la meta era ser finisher nada más). Tras un ligero estiramiento y calentamiento, nos mirábamos con cara de... "yo ya estoy cansao y ni siquiera hemos empazao". La salida se produjo sin problemas, nada más salir, adiós, pierdo de vista a todos y me quedo con el pelotón de rezagados y en compañía de algunos pretorianos... estos son los míos, ahora a aguantar el ritmo. Los 5 km de inicio ya se hicieron largos, más que nada porque ya estaba todo el mundo muy disperso y parecía que no llegabas, además la calor empezaba a apretar. Lo bueno, la falta de cuestas. ¡Qué lentos somos en las transiciones! está claro que hay que entrenarlas, pero eso lo seguiremos dejando para los máquinas, si no, se nos acumula el trabajo, jajaja.
El tramo en bicicleta fue mucho mejor, todos recuperamos puestos; estaba contenta porque daban sus frutos las salidas veraniegas con la bici, me ví bien. Hubo momentos en los que pude ir más rápida pero no me merecía la pena, ya que había gente muy distanciada delante y quedaba lo peor, la segunda transición. El último tramo sin lugar a dudas fue el más hermoso, ya que el itinerario atravesaba el parque de la Oromana, bordeando el río Guadaira, pero anunque hermoso se hizo durísimo, ahí llegó lo peor.... ¡aqui ya si había cuestas! se notaba el castigo anterior. No importaba, tramos caminando y tramos trotando, había que terminar. Se agradecía el ánimo de la gente y de los demás duatletas ya finalizados. Al final ¡Lo conseguimos otra vez!
Al llegar nos hicieron entrega del diploma y la bolsa de corredor (bebida, pastelito, fruta, camiseta, polo, azulejo conmemorativo,...una pasada) que siempre te pone contento con los regalitos. Y para terminar, cervecita fresquita y bocatas de lomo a la plancha... mmmmmmm, como nos vamos a perder estos eventos, si nos cuidan tan bien.
Como conclusión, decir que el año que viene allí estaremos repitiendo hazaña e intentando mejorar en nuestro desafío personal.
Un saludo. Aguerrida.
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