jueves, 30 de octubre de 2008
miércoles, 15 de octubre de 2008
I DESSAFIO SIERRA SUR (4-Oct-2008)
No habíamos terminado de deshacer las maletas de las vacaciones y ya estábamos embarcados en un nuevo evento con el que estábamos comprometidos desde hacía ya más de 3 meses. Sin descansar, sin coger la bici desde hacía tres semanas, resfriado y con un pinzamiento en la espalda (vaya, echo una piltrafilla), salíamos el viernes, con ilusión desde Algeciras a las tierras de la Sierra Sur.
Carretera y manta. Íbamos justos para poder recoger el dorsal esa misma noche en Castillo de Locubín, con el fin de poder ganar algo de tiempo y dormir un poco más al día siguiente. Cuando llegamos, no sólo se respiraban los nervios de los participantes si no los de toda una comarca volcada por querer que el evento saliera a la perfección, por lo que aunque pasados de hora, allí se encontraban aún muchos de los organizadores y voluntarios recibiendo a los corredores para la entrega de dorsales y pasaportes. Vuelta a Alcalá la Real, cena, preparar la bicicleta y a descansar.
El sábado sonó diana a las 7, colocado el disfraz y cargada la bicicleta, buscamos algún café madrugador que nos ofreciera un café calentito, hacía rasca, y una buena tostada regada con el oro líquido de la sierra.
Nos dirigimos a Castillo, buscando la salida íbamos encontrando ciclistas por todos lados, ¡cómo gusta ese ambientillo que sólo te dan estos acontecimientos!. Sellado de pasaporte y al cajón de salida, donde fuimos arropados por los compañeros de la Unión Ciclista Los Barrios. Allí nos encontrábamos preparados para sufrir una vez más, con esos nervios que la noche anterior no te dejan dormir, cansado, pero con la ilusión de participar en una carrera que nace con fuerza.
Como si de los San Fermines se tratase, inauguración de la prueba por las autoridades y “Chupinazo”¡…a rodar!. Comienza el DESSAFIO: salida neutralizada por las calles de Castillo, vislumbrando lo que iba a ser el discurrir del día, CUESTAS Y MÁS CUESTAS. Ya no veríamos a muchos de los participantes hasta el regreso. Iniciamos el calvario a través de campos de olivares, agradeciendo el aliento de los agricultores y ciudadanos de la zona.
Con sólo 15 km rodados, uff! Esto no va nada bien… alguien me viene siguiendo las ruedas ¡Oh no, el hombre del mazo! La primera pájara. En ese momento solo había un pensamiento, llegar al primer avituallamiento. Allí se encontraba Aguerrida, me preguntó que tal iba y con solo mirarme ya dijo: tienes mala cara; aunque tras beber, comer algo y recibir un poco de apoyo sicológico, conseguí reponerme lo suficiente para continuar. En el avituallamiento me asocié con uno de los compañeros de la U.C.Los Barrios, José Juan, ambos vamos regular, nos serviremos de apoyo para seguir adelante. Aguerrida avisa que nada mas salir hay una cuesta importante, ¡que cruz!, no me la esperaba ¡tan, tan dura! 7 km de continua subida, no hay nada que hacer…ni platos ni piñones…a empujar la burra. En la cima respiramos un poco, una cuesta menos.
Empezamos a bajar. Hay que hacer mención a la buena señalización de todo el recorrido, resaltando aquella presente en las pronunciadas y peligrosas bajadas, ya que muchos de nosotros realizábamos el recorrido por primera vez. Este tramo sirvió para recuperarnos y podernos enfrentar a la continuidad de cuestas posteriores.
Llegamos al segundo avituallamiento, Hoya de Charilla, situado a tan sólo unos 18km de meta, intenté cambiar la bici por un 4x4 pero no se dejaron convencer, así que nada, vuelta a pedalear.
Tras un tramo por carretera nos desviaron por una pista y otra vez pa´rriba, esta vez un poco mejor, consigo no bajarme de la burra y la subo entera. Cuando ya parecía que todo estaba hecho, a unos escasos 6km, volvió a aparecer el amigo del mazo, creía haberlo dejado tirado por el camino, pero no fue así, hay estaba arreando… El apoyo de José Juan (U.C.Los Barrios) y el echo de que quedaban pocos kilómetros para meta, solo te hacían tener una última obsesión, …pedaleo monótono y ¡llegar!.
Al entrar en Castillo de Locubín todo se hizo más fácil, el ánimo de sus gentes te hacían olvidarte de todo lo pasado, ya estaba allí, después de todo lo había conseguido.
Repusimos fuerzas comiendo, todo muy bueno, podías repetir lo que quisieras: refrescos, cervezas, ensalada de pasta, manzanas, tortas… sobretodo las tortas, Aguerrida se comió 5 ó 6. No podemos ni queremos pasar por alto, la amabilidad y la disposición de las mujeres que nos sirvieron. Por cierto la mermelada de cerezas casera que compramos allí, ¡exquisita!.
Luego llegó la entrega de trofeos y los regalos sorteados entre todos los participantes, que aunque un poco lento al principio, creo que la mayoría nos trajimos algo,…así que mereció la pena esperar.
Bueno, no queríamos haber realizado una crónica tan extensa, pero había muchas cosillas que contar y otras que destacar. Suponemos que hubo fallos, como en todos los eventos de este tipo, y que aprenderéis de ellos. Lo que percibimos fue una comarca volcada en el evento, queriendo que todo fuera un éxito y para nosotros lo consiguieron.
Para finalizar agradecer a Mª Angustias Velasco su estimable ayuda para poder realizar el seguimiento de la carrera, su compañerismo en el avituallamiento de Valdepeñas de Jaén, su atención y compañía en la búsqueda de productos de la tierra… por cierto el aceite riquísimo. ¡Gracias!.
Como podéis ver no sólo fuimos a una carrera, si no también fuimos a conocer a una comarca, a sus gentes, sus pueblos, sus paisajes, su gastronomía. Creo que ha quedado claro ¡EL AÑO QUE VIENE VOLVEMOS!
Carretera y manta. Íbamos justos para poder recoger el dorsal esa misma noche en Castillo de Locubín, con el fin de poder ganar algo de tiempo y dormir un poco más al día siguiente. Cuando llegamos, no sólo se respiraban los nervios de los participantes si no los de toda una comarca volcada por querer que el evento saliera a la perfección, por lo que aunque pasados de hora, allí se encontraban aún muchos de los organizadores y voluntarios recibiendo a los corredores para la entrega de dorsales y pasaportes. Vuelta a Alcalá la Real, cena, preparar la bicicleta y a descansar.
El sábado sonó diana a las 7, colocado el disfraz y cargada la bicicleta, buscamos algún café madrugador que nos ofreciera un café calentito, hacía rasca, y una buena tostada regada con el oro líquido de la sierra.
Nos dirigimos a Castillo, buscando la salida íbamos encontrando ciclistas por todos lados, ¡cómo gusta ese ambientillo que sólo te dan estos acontecimientos!. Sellado de pasaporte y al cajón de salida, donde fuimos arropados por los compañeros de la Unión Ciclista Los Barrios. Allí nos encontrábamos preparados para sufrir una vez más, con esos nervios que la noche anterior no te dejan dormir, cansado, pero con la ilusión de participar en una carrera que nace con fuerza.
Como si de los San Fermines se tratase, inauguración de la prueba por las autoridades y “Chupinazo”¡…a rodar!. Comienza el DESSAFIO: salida neutralizada por las calles de Castillo, vislumbrando lo que iba a ser el discurrir del día, CUESTAS Y MÁS CUESTAS. Ya no veríamos a muchos de los participantes hasta el regreso. Iniciamos el calvario a través de campos de olivares, agradeciendo el aliento de los agricultores y ciudadanos de la zona.
Con sólo 15 km rodados, uff! Esto no va nada bien… alguien me viene siguiendo las ruedas ¡Oh no, el hombre del mazo! La primera pájara. En ese momento solo había un pensamiento, llegar al primer avituallamiento. Allí se encontraba Aguerrida, me preguntó que tal iba y con solo mirarme ya dijo: tienes mala cara; aunque tras beber, comer algo y recibir un poco de apoyo sicológico, conseguí reponerme lo suficiente para continuar. En el avituallamiento me asocié con uno de los compañeros de la U.C.Los Barrios, José Juan, ambos vamos regular, nos serviremos de apoyo para seguir adelante. Aguerrida avisa que nada mas salir hay una cuesta importante, ¡que cruz!, no me la esperaba ¡tan, tan dura! 7 km de continua subida, no hay nada que hacer…ni platos ni piñones…a empujar la burra. En la cima respiramos un poco, una cuesta menos.
Empezamos a bajar. Hay que hacer mención a la buena señalización de todo el recorrido, resaltando aquella presente en las pronunciadas y peligrosas bajadas, ya que muchos de nosotros realizábamos el recorrido por primera vez. Este tramo sirvió para recuperarnos y podernos enfrentar a la continuidad de cuestas posteriores.
Llegamos al segundo avituallamiento, Hoya de Charilla, situado a tan sólo unos 18km de meta, intenté cambiar la bici por un 4x4 pero no se dejaron convencer, así que nada, vuelta a pedalear.
Tras un tramo por carretera nos desviaron por una pista y otra vez pa´rriba, esta vez un poco mejor, consigo no bajarme de la burra y la subo entera. Cuando ya parecía que todo estaba hecho, a unos escasos 6km, volvió a aparecer el amigo del mazo, creía haberlo dejado tirado por el camino, pero no fue así, hay estaba arreando… El apoyo de José Juan (U.C.Los Barrios) y el echo de que quedaban pocos kilómetros para meta, solo te hacían tener una última obsesión, …pedaleo monótono y ¡llegar!.
Al entrar en Castillo de Locubín todo se hizo más fácil, el ánimo de sus gentes te hacían olvidarte de todo lo pasado, ya estaba allí, después de todo lo había conseguido.
Repusimos fuerzas comiendo, todo muy bueno, podías repetir lo que quisieras: refrescos, cervezas, ensalada de pasta, manzanas, tortas… sobretodo las tortas, Aguerrida se comió 5 ó 6. No podemos ni queremos pasar por alto, la amabilidad y la disposición de las mujeres que nos sirvieron. Por cierto la mermelada de cerezas casera que compramos allí, ¡exquisita!.
Luego llegó la entrega de trofeos y los regalos sorteados entre todos los participantes, que aunque un poco lento al principio, creo que la mayoría nos trajimos algo,…así que mereció la pena esperar.
Bueno, no queríamos haber realizado una crónica tan extensa, pero había muchas cosillas que contar y otras que destacar. Suponemos que hubo fallos, como en todos los eventos de este tipo, y que aprenderéis de ellos. Lo que percibimos fue una comarca volcada en el evento, queriendo que todo fuera un éxito y para nosotros lo consiguieron.
Para finalizar agradecer a Mª Angustias Velasco su estimable ayuda para poder realizar el seguimiento de la carrera, su compañerismo en el avituallamiento de Valdepeñas de Jaén, su atención y compañía en la búsqueda de productos de la tierra… por cierto el aceite riquísimo. ¡Gracias!.
Como podéis ver no sólo fuimos a una carrera, si no también fuimos a conocer a una comarca, a sus gentes, sus pueblos, sus paisajes, su gastronomía. Creo que ha quedado claro ¡EL AÑO QUE VIENE VOLVEMOS!
Aguerrida y Blackmaster.
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